miércoles, 30 de mayo de 2018

Salita granaína

Granada en Mercadona

Ayer al llegar a casa de mi primo, que vive fuera, fui al super para abastecerme algo estos días.
Granada y lo primero un Mercadona...qué cosas! pensaba.
No sabía yo aún la acogida que esta ciudad me daba, porque buscando un limpiacristales que no encontraba, le pregunté a una mujer de mi edad y se me puso a buscarlo con una entrega tan natural de vecina  que la miraba yo y no lo creía. Cuánta amabilidad!
"Señora,  no quisiera entretenerla"..."No se preocupe! Encantada" me decía. Y repasaba lo lardo del pasillo y yo a su lado mirando juntas y comentando lo curioso del asunto.
Al fin me llama y me dice: "aquí mismito" Una caja grande delante nuestro. Lo coge y me lo da "mire, azul, qué bonito!" Justo lo mismo que pensé yo al verlo como un milagro. Nos reímos. .. le hubiera dado un abrazo. Para ella todo normal, pero yo, viniendo del mal trago político  y del rigor individualista a lo  europeo de Barcelona...me sentí gratamente emocionada. Contenta.

Granada me recibía y de qué forma tan grata!
Pero no quedó ahí la cosa. Luego de dar las vueltas llenando cesta, se me acercó un buen hombre, quizá de ochenta, con su gorrilla calada blanca y unos ojos chicos de un color azul intenso. Me pone en las manos una bolsa de bizcochos preguntándome qué pone..."dulces y tiernos, señorita? Haga ute el favó"
"Sí,  eso pone, dulces y tiernos"...como usted, señor, yo pienso.
Un ángel en medio del pasillo.
Qué recibimiento!... en medio del super se me regala la calidez del alma, que conocí en mis padres y titos...todos granaínos...un quiebro de gracia lleno de finuras...de esa nobleza natural humana y común a todo bicho viviente.

Un monumento este difícil de ver, pero cuando lo hallas te tumba de gusto.

domingo, 27 de mayo de 2018

Sicilia como sentimiento

Es curioso, conforme pasan los años cada viaje que  hago con Félix conlleva un gozo más profundo y a la vez más simple. Es como si el saboreo durase más tiempo.

Hoy mismo, después de tres semanas del regreso de Sicilia, cuando la pienso a ratos sueltos, en momentos, o si la explico o miro alguna foto, siento un detenimiento, una especie de  impás.
Me parece muy grande el haberla vivido y a la vez no sabría  deciros algo destacable que nos haya sucedido, siendo todo el viaje en el recuerdo algo inaudito.




¿Cómo explicar ahora aquí el  sentimiento de estar entre aquella belleza día tras día juntos  y a la vez comprobar la naturalidad de ese estar? Parece  una contradicción sin serlo.

Sencillamente la llevamos dentro.