El frio nos detiene haciéndonos sentir más dentro y con más calma, diciéndote que es mejor no mover nada, dejarlo en paz, dejarte.
Estar y estar en casa.
El cuerpo se repliega y busca el calor del sol lejos del viento. Las plantas, los árboles...todo se aquieta y habla de esta estación que entrega el gusto del no hacer. Se baja el ritmo, se aquietan las palabras...reflexionas tal vez con calma sin darle a nada mucha importancia.
La respiración baja. Descansa.
Un caldo, esa sopa, un potaje, algo que temple y rehaga.
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