Hace una tarde gris, otoñal...de viento fuerte, no hay luz en el pueblo desde hace casi dos horas, olas desde mi balcón, sonido potente en la playa; toda una tentación para acercarse hasta el agua.
Decido adentrarme y bajar. Después de ir a comprar a la luz de las velas, con la mochililla al hombro, me descalzo en la playa (toallita preparada) y empiezo a caminar por la orilla del agua. En un momento el pantalón pirata iza velas, pero yo continúo mi marcha, paso a paso...dejando huellas.
Al poco rato el pueblo se cierra a mi espalda y sólo existe el cielo sobre mi cabeza. Las gaviotas regresan antes hoy y yo siento la necesidad de volver otra vez mañana para saborear de alguna forma este agua.