lunes, 19 de octubre de 2020

Que descansada vida...


Esta vida de ahora que llevamos, 
este estar de otra forma e ir como mejor sabemos...
 hoy me lleva a reflexionar sobre tanto vivido antes tan fácilmente y sin esfuerzo...
 llena nuestra vida entonces de posibilidades. 

Y así degrano con ternura hechos que fueron  ya pasados y que ahora son para mí "luceros" que en la noche iluminan con mayor verdad incluso esta realidad... que cada uno llevamos.  Tomo cuanto tengo en mi alma ahí escondido y lo entrego poco a poco a esta suave desazón del virus...le doy pedazos de vida para tenerlo entretenido y a cada tristeza sumo yo vida y más vida, alegrías tan bellas compartidas, luces de amor amigas, eternidades mías que llevo en mí metidas...antídotos que neutralizan.

Construyo y descanso en estas mares movedizas...que pasarán... como todo en esta vida.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Amemos esta vida que tenemos...

 Amemos

esta vida que tenemos...

cada paso,

 sin agitarla más allá  de  los hechos, 

que a veces padecemos.


Vivamos

 lo que en realidad podemos...

cada cual entregado al gozo de vivir 

con este sol entre esta gente 

bajo estas nubes blancas y este cielo,

que acarician sin notarlo nuestros sueños.


Estemos

 hoy aquí juntos sin vernos... 


e igualmente abrazados muy adentro,

porque humano es amor simple y atento.


lunes, 3 de agosto de 2020

Entrega 9- La del quinto se desquita.

Más abajo no podía caer...el batacazo contra el suelo
 fue descomunal; estando en la azotea tan cerca del cielo se sintió arder en un infierno. 
Abrió  los ojos...¿qué había ocurrido? ...un grupo de locos se había tirado al vacío y los muy... tararí ...volaron y ¡desaparecieron! Ella lo había visto...pero ¿qué podía hacer...a dónde ir...?¿Echaba a correr?... ¿Podía gritar aquello de ¡auxilio,  auxilio, auxilio!? 
Paralizada por lo vivido parecía un buque en dique muerto. Anonadada y muda de espanto eligió dejarse ir, no luchar... y  echarse a llorar.¡Pufff, qué alivio! Cada lágrima era un espacio abierto, un respiro que la adentraba más y más adentro de su corazón maltrecho, donde al fin encontró resuello.
 
Anclada aún al suelo aprovechó para practicar aquello de notar el cuerpo y estiró las piernas, los brazos, el cuello...dejando salir algún suspiro de alivio.

Sin haber provado bocado en todo el día, aún pudo ver delicioso el vuelo desatado de las golondrinas...o quizá eran vencejos...  los aviones voladores que arrasaban los balcones de verano pasando en rasante justo delante. Vencejos negros como capas negras -pensó - aquéllas que vio volar no hacía mucho. La mente le dio un vuelco  regresando alocada al dolor de aquel salto; ¿quién la iba a creer? -se preguntó- ¿a quién iba a contárselo?.
De nuevo aflojó más y más el cuerpo y el deseo de obtener respuestas, claridades, certezas, soluciones. Nuevamente supo que  nada podemos controlar y menos un absurdo como ése...¡tirarse al vacío volando! Allá ellos, ya eran mayorcitos.

Inútil es luchar contra los acontecimientos... es más sabio hacerse a ellos; la edad le había enseñado eso. Ella, una luchadora empedernida antes, había al fin hallado la forma de vivir y dejar vivir...de dejar que las cosas fueran y acompañarlas sin oponerse a ellas.  La gente, los hechos, sucedían nos gustara o no; eso es todo...y pasaban como pasa la noche y luego llega el día. Como pasa la dicha pasa el disgusto y la angustia, aunque todo deja huella...en general así es la vida. Recordó entonces haber leído no hacía mucho un texto que decía que desde que naces todo es una despedida...un dejar ir, un desprenderse...un no agarrarse a las cosas, la gente.

Y decidió quedarse,  pasar el rato dejando que aquellos locos escribieran su parte de la historia. 
Soltar, soltar...hasta saborear un "Fracaso feliz" ... el título de aquella obra de Herman Melville, que tanto le gustó leer, porque transformaba lo horrendo, la misma catastrófe  en poesía, precisamente porque no huía de una humanidad errática y adormecida. 

Pues sí, ahí  estaba ella...estirada sobre las gastadas losetas rojizas de la azotea cuan larga era; pensó que   tampoco se estaba mal  derrotada y vencida -con un buen tortazo encima- olvidada, porque no habían contado con ella. 

 Allí quieta aún pudo disfrutar de la amplitud del cielo en un  día de verano intenso,  de azul profundo, inmenso. ¡Ah, qué  delicioso estar viva!
 Y poco a poco, el hambre fue espoleando el cuerpo, dejaba atrás  los pensamientos y el movimiento de tripas le aguzó las ganas de nuevo; sin prisa  se puso en pie, miró el Tibidabo a lo lejos tan cerca con la dulzura sinuosa de las montañas coronando Barcelona. Noto un vientecillo fresco que le activó la nuca...y ahora sí que salió   corriendo escaleras abajo,  contenta; le faltó tiempo para regresar a casa, darse una ducha y tomarse un gazpacho,  mientras miraba un capítulo más de su serie preferida.
 Afuera Barcelona enorme crujía. 
                        (continuará )







miércoles, 22 de julio de 2020

Entrega 8 - Familia de Tirantes

 Aceptó sin dudarlo. Que contaran con él siempre le seducía y ahora más que nunca, pues era un asunto de urgencia internacional y aunque le sacasen de su dolce letargo primaveral "confitado" -preferia endulzar el duro confinamiento de Barcelona- la ocasión lo merecía. O sea que en  cuanto le sonó el móvil  no dudó en seguir las normas estrictas de ESPEDOSA y ponerse manos a la obra. 
Enjuto, espigado, altanero y sobre todo blanco, Tirante -nombre de décima generación ininterrumpida - buscó con succión su talismán secreto para llevar a buen término la misión requerida: ¡sus tirantes! Sin ellos no sentía su fuerza, sin su latigazo en el pecho no podía pensar maquinando salidas o liberando entuertos. Este talismán  era la potente herencia familiar mantenida de padres a hijos, el potencial mágico de los Tirante el Blanco; aún veía a su abuelo diciéndoselo en una calurosa tarde de verano allá sentado al fondo del jardín bajo el gran árbol. Colgando  de una de sus ramas, lo escuchaba...él entonces un crío de apenas nueve años:
- Los Tirante el Blanco nacimos para reencauzar el mundo y en concreto esta ciudad sumisa y adormilada. Para eso poseemos  esta arma única, que azota con fuerza nuestro cuerpo espoleándo; entonces, la sangre corre dentro regenerándonos.
 A ver...entender él,  no entendió  nada, pero le bastó con ver su cara y su mirada, perdida en un abismo como una bala que acaba de ser lanzada. Y así imaginaba hazañas mientras iba soñando batallas de héroes,  blasones, medallas y concurridas conmemoraciones de reconocimiento ciudadano  a una de las grandes familias de la burguesía catalana, que en los años 30 aún quedaban viviendo en las grandes mansiones de la parte alta de Barcelona, La Bonanova. La suya era ahora  un delicioso parque urbano,  La Tamarita, ubicado casi al límite con la Sierra de Collserola. En esa sierra  la familia en los siglos pasados veraneaba en su finca de veinte hectáreas en  una gran casona o masía antigua, que  a lo lejos miraba indiferente  al mar  desde las terrazas. 
Cuando en los años estos de su madurez sentía nostalgias, se acercaba sigiloso a pasear en silencio por la Avenida del Tibidabo bajo sus Plátanos. Allí quedaban aún firmes los palacetes y las casas señoriales...aquéllas en las que había jugado y merendado tantas veces siendo niño. Recordaba a sus dueños, como  los Dalmau con su hija Carmencita tan bella de niña y luego franquista liada a tortazos siempre por la bandera...o a los Pujorles i Ferrusona,  catalanistas ellos, espantados de ver los cambios feroces que se vivían en España. Pero  sobre todo recordaba a aquel barbudo sesentón, al gran magnate de las pastillas para la tos, el doctor Andreu, que compró por cuatro chavos - asociado con su padre-  la pelada y seca montaña del Tibidabo para urbanizarla...¡y vaya si lo consiguio!  
Paseaba  muchas tardes de verano buscando sombras en  su Tamarita y gustaba especialmente de sentarse mirando los dos abetos que plantó su hermano Jordi en el  íntimo jardín lateral que llevó luego su nombre. Allá rememoraba historias familiares. ..como aquélla de su padre intentando atrapar por sorpresa a la Marieta,  mie
ntras su madre tontamente miraba hacia otra parte...o aquella otra del joven jardinero...mirando con deleite desde lejos a su hermana y ella juguetona sonriéndole  sabiendo ambos vete a saber qué líos apañados.  ¡Ay Tamarita de cuántos besos tapados!
Pero nada, la vida cambia; ahora vivía en un bloque enorme de pisos de ladrillo al que entrabas por un pasaje que acababa en el Tenis Barcino, donde aprendió a pelotear de crío. Todo quedaba en el barrio, aunque ahora no le gustasen sus vecinos...y justamente tenía que contar  con  ellos para formar la célula operativa esa de las Capas Negras Voladoras, que lideraba  ESPEDOSA; sobre todo no le gustaba su vecina del quinto...y no sabía el porqué, quizá su fuerza tan lejos de la delicada feminidad o tal vez esa falta de sumisión o ese tono bravo que a veces asustaba, esa  forma de mirar  directa diciendo lo que pensaba. Era atrevida... y además con ese ojo algo raro    le recordaba a una espía de un TBO barato. Total, que decidió que ella quedaría fuera del grupo. La del quinto haría de detonante sorpresa y movería sola otros hilos. 
En lo oscuro de su casa, fue maquinando víctimas. ..la sexy fijo -un bomboncito fácil de manejar- junto con los jubilados del quinto primera. Otro gallo más difícil de pelear sería la presidenta, separada y sola con dos hijos lo veía todo de forma estrecha, pero era lista y a la larga sería su mano derecha. El resto del grupo fue cayendo por afinidades vecinales y en menos de una quincena  lo tenía ensimismado o lo que es lo mismo, completamente engañado. Les  "vendió la moto" haciendo un caramelo apetitoso de un genial salto al vacío y  liarse luego a capotazos volando. ¡Ah, esas capas negras lo tenían estresado! 

Y así fue como su abuelo desde el cielo pudo ver cómo un Tirante, aquél de las charlas del jardín colgando de un árbol, se convertía al fin en el héroe soñado ...un triste héroe tal vez...¡de tomo y lomo y bien zafio!

                      (continuará )

   

jueves, 9 de julio de 2020

Entrega 7-El vuelo de sant Joan

-Colau! ¡Aquí Tirante el Blanco! ¿Me escucha?
Tirant lo Blanc...si acaso. Sorprendida la alcaldesa rebobinaba su intelecto intentando poner al día su bachillerato. La llamada le extrañaba...aunque tras el lance del vuelo encapotado de la noche todo era posible.   Tragó saliva y se metió de lleno en el oscuro túnel que le tendían:
  -sí, sí. .. le escucho. Diga, diga- no respiraba siquiera.
- Oiga ,señora. No hay tiempo que perder. Mire, le hablo desde la plaza Molina, epicentro de la movida. Dirijo un comando operativo al más alto nivel internacional con sede alternativa en Barcelona y debo comunicarle que su ciudad ha sido elegida como piloto de pruebas de la Capa Voladora ESPEDOSA -la Colau  saltó  de la cama de un brinco- de ahí que me dirija a usted a estas horas intempestivas.
-Pero, pero...a ver, a ver, explíquese!!- y se encerró en el baño, su lugar secreto;  cuanto más liada y emocionante se ponía  la cosa, mejor iba de vientre.
-Seré breve, alcaldesa. La ciudad está colapsada de capas negras volando por el aire en estos momentos. ¿Le suena de algo?
¡Vaya qué si le sonaba! Y así dicho, ni abrió la tapa del water. Ojerosa y como con resaca tras esa noche loca volando y con  sólo cuatro horas de sueño sobre los párpados,  nuestra Ada tiró  de imaginación para no derrumbarse viniéndose abajo tras el colapso circulatorio anunciado. ¡Ella que había planeado un triunfo seguro ...  un futuro glorioso del Consistorio... y ahora esto! Tragó saliva -de ésta se salía- zimbreo cintura, metió estómago y mirándose al espejo espejito del baño... supo una vez más que ella era...la única,  auténtica salvadora de una barcelona hecha un gurruño.
La magia del instante le devolvió su fuerza. Salió al pasillo, se plantó en jarras -quién va a poder conmigo, pensaba- y sacudió esa melena de leona al viento y  supo sin dudarlo que aquel era el momento: ¡estrenaría la tostadora!
¡Ah!... no hay como comer cuando la cosa se pone fea. Y en dos zampadas se hinchó de tostadas en la cocina, mientras buscaba detrás de su estómago una salida honrrosa a tamaño descalabro descapotado.
De pronto y tras un bocado de pepinillos en vinagre que eran sus delicias matinales para chutes magistrales. ..el cerebro se le iluminó y dio de bruces con la dura realidad: 
¡¡¡Esa noche era sant Joan!!! 
Salió al balcón desesperada, ¡todas las capas volaban!.
De golpe - y nunca mejor dicho- una capa negra le abofeteó en la cara.


Pero bueno, ¡la tía le había colgado!. El Tirantes se recomía de rabia en el banco de la plaza, mientras todo el Comando miraba al cielo rezando, claro. 
Capas y capas dibujaban mil formas en el espacio. La circulación abajo se había detenido y empezaba un tenso silencio... algunos coches encendieron los faros, tal era la negrura por momentos. 
Un día de sol espléndido,  nacido como hacía siglos tras la bocana del puerto, sobre las playas...dulcemente manso...se había transformado en un infierno. 
La plaza Moina era un hervidero oscuro, casi tenebroso. 
Rendidos  ante lo inevitable del fracaso sólo se oyó de nuevo un tirantazo; el látigo se avivaba de nuevo  y de entre las sombras un rayo de luz blanca obligó al grupo a encararlo. Tirante el Blanco emergía solemne y transfigurado:
-¡Ahora chicos hay que activar el Protocolo de Emergencia! la delegación italiana tenía esto previsto...en su país las capas se dispararon sin control como con el virus y sabían que aquí pasaría lo mismo.
-¡Mirad, mirad... es que se empujan cogiendo sitio! -la sexy no daba crédito...en el cielo había hasta gritos.  
Allí arriba la juerga era imponente. ¡Qué experiencia tras el confinamiento, volar dejando pasar el tiempo!


La presencia de su madre acudía de nuevo en su auxilio. Luchadora especialista en casos extremos -tras el parto de su Adita lo  primero que preguntó fue por los presos políticos en pleno franquismo-  siempre que se liaba parda recordaba sus consejos como  por ejemplo  aquél de cómo sacar moscas de casa sin tener que matarlas. Situémonos:
Veamos un pelotón de moscas volando en círculo por la sala. Es verano, la siesta. Zumban. Molestan. Te despiertan e irritan. Normal hasta aquí. Pero su madre no se inmutaba, cerraba puertas,  atrancaba ventanas corriendo cortinas...sólo dejaba entrar un potente rayo de luz desde fuera. Y esperaba tranquila;  en un momento todas las moscas salían.
¡Eso era! El cielo era la sala, las capas las moscas. Dejarlos volar hasta que solos se hartaran. No aumentar barullo...no asustar a la ciudadanía...dejarlos hacer y ellos solos bajarían. 
Se sentó tranquila, el balcón abierto, mirando a lo lejos; confiaba en el sentido común que tantas veces demostró el pueblo. Y allí -y sin venir a cuento- una lágrima de emoción acarició su mejilla...la misma del tortazo de hacía un momento. 

Pasaba la tarde y en la plaza la desesperación del grupo aumentaba cortando el aliento. Desde la Sede Central Operativa de ESPEDOSA enviaron un Protocolo larguísimo para activarlo en caso de emergencia -y con ese calor de verano- un  Protocolo aceptado a ciegas por el Comité Central sin experiencia alguna. Era un suicidio.
 De pronto sonó  el móvil y los sacó de dudas en cuestión de segundos:
-Ah! Bien alcaldesa. Sí, bueno. Lo vemos- colgó Tirante casi sonriendo...y miró hacia arriba.
Nadie podía creerlo...los puntos negros, las moscas, iban desapareciendo. Un cielo azul   apareció de nuevo. ¡Protocolo al cuerno!

En menos de una hora toda Barcelona dobló su capa sobre la cama, olvidándola, cogió los cohetes e inundó terrazas, las calles, las plazas.
 Se encendió la mecha, Sant Joan despegaba. 
En plaza Molina se inició una hoguera, ¡tres mil mascarillas mezcladas ardían en ella!

                     (continuará )






viernes, 26 de junio de 2020

Entrega 6- Esas capas voladizas

Amanecía el día D y tras el desayuno opíparo en la granja  Petrixol, el grupo suicida dormitaba bajo las enormes  acacias Vico de plaza Molina -únicas en la ciudad y bellísimas - reflexionando cada cual sobre lo vivido en una noche larga sin pegar ojo y metidos en un buen lío.
  Estirados unos, sentados otros, en los largos bancos que delineaban la plaza dejaban oír  algún que otro suspiro...tal vez de alivio. Toda Barcelona despertaba lentamente cubierta de capas negras sobre  las camas.

Ellos, unos vecinos de barrio que sólo buscaban diversión  en el duro confinamiento,  habían mutado en una burda imitación  de agentes secretos o individuos oscuros del hampa...¡vete tú a saber! Seducidos por el ansia de volar, deseosos de salir del tedio, ansiando una pizca de libertad. ..se habían metido en esto y sin venir a cuento.
Así  visto,  ahora  parecía que luchaban contra el sistema  global actual basado en una vida superficial de producción rápida, masiva y abaratada para tenernos a todos tontamente satisfechos enriqueciendo a unos pocos y bien pertrechados  lobbys que dominaban el mundo. 
Resulta que ahora ellos -el grupeto de locos suicidas- eran libertadores del pueblo "oprimido" -rebobinaban películas -como aquellos rematados de los sesenta, pero al estilo capa negra seguramente fabricada en China... y parodiando al Guerrero del Antifaz o al Zorro mismo... ¡y qué más da!
Pensaban... desesperaban. Aturdidos y para salir de semejante atolladero mental, iniciaron vagamente un mini diálogo algo al estilo " besugo" buscando -eso sí -el apoyo de aquel vecino de antes, aquél de saludo cortés e incluso un poco cálido en los segundos de cruce fortuito en el  replano del piso o en el vestíbulo del edificio (algo más tenso siempre en  el largo del ascensor, claro) buscaban al otro para no derrumbarse abatidos al fin tras semejante esfuerzo. 
Y alguno dijo: 
- Somos un comando. Puaf! Pensar que estudié en los jesuitas para acabar en esto -y  se escondió detrás  de su voz.
- ¡Comando y sin remedio!...yo sigo en pijama y así no cojo el metro. ¡No hay forma de salir de esto! - espetó otro con algo más de genio.
-Pues, o sea -era la pija- a mí esta capa me pone que no veas...algo fassions sí que es...¡ay, chicos, a mí me seduce, oye!
Todos la miraron sorprendidos...ese acento les devolvía de golpe la esencia vital del barrio de la zona alta...su casa! Ese acento casual era su espíritu y más de uno al mirarla se arrobó imaginándola una santa -la Gervasia, que daba nombre al barrio- o tal vez soñó que aterrizaba tranquilo en su terraza sobre sus plantas, llegando de nuevo a casa como si tal cosa.
-¿Capa dices, hija? - la presi de la escalera los despertó  de golpe- ya no la llevamos... ¿o es que la veis en el banco? ¡Se acabó el vuelo, muchachos! Nuestra misión se ha acabado.Volvemos a ser vecinos y unos locos rematados.
La espectación fue en aumento. Nadie se esperaba esto. Se cortaba a cuchillo el silencio.
En ésas dijo la sexy a su chorvo bajando la voz:
- De que descubran las capas se montará una de órdago- el amante no chistaba...era mejor no mirarla, porque aún la deseaba y no estaba la cosa clara. 
Poquito a poco los coches, las motos...los  autobuses, iban tomando la plaza...los rodeaban.
- No te creas, si te fijas...esto vuelve a ser como antes. El Plan Capas se ha chingado...se irá poco a poco al carajo- dijo al fin el más osado.
Como impulsado por un resorte  de entre las sombras se irguió, con su altura considerable,  el impoluto de blanco con sus famosos tirantes, tomando de nuevo el mando:
- ¿Quién entró donde Colau? - y se pegó un latigazo  que a poco le rompió el brazo.
- Fuimos nosotros, jefe- grito la sexy del sexto. Su "amigo" se puso pálido mirando al hombre de blanco. ¡Qué recuerdos, ay Dios santo! En el piso de Colau -y aprovechando el resuello de verse bajo cobijo después de tanto y tanto salto-  se dieron el lote ansiado nada más tocar el suelo. Ya nada los detendría y enredados en las sombras se amaron ya de por vida, mientras Colau despertaba...¡tamaño ruido montaban! Aterrados al mirarla -los rulos la desquiciaban- se arrastraron sigilosos temblando bajo la cama.  Arriba quedó la capa que ella tomó por su  bata.
-¿Se hizo la entrega, no?- el tirantes esperaba. 
- ¡Todo bien, mi camarada! - el amante de la sexy de sus sueños regresaba con un sudor en la frente que a todos les chamuscaba.
Se hizo el silencio de nuevo...unos chavales llegaban con trastos viejos y tablas:
-Será un Sant Joan diferente. Mi madre me lo explicaba- gritó el que comandaba.
-¡Ostras, pues sí!.. .Mirad arriba...qué pasa!??
Miles de puntitos negros iban ocupando el cielo, que lento se oscurecía...el grupo tragó saliva; no creían lo que veían. Todos  gritaron a una:
 -¡son las capas, ay su tía!

                        (continuará )



sábado, 20 de junio de 2020

Entrega 5-Liada a capotazos

Entrega 5

Dormir del lado izquierdo con rulos era un suplicio, pero fue la solución para dulcificar su imagen...el pelo ondulado sobre los hombros le daba un halo lánguido que suavizaba ese carácter suyo a ratos bizarro y un poco autoritario. Pufff, ¡tanto luchar para acabar clavada en rulos toda la noche!
La Colau agarró la capa negra por bata y se fue directa al baño dando un traspiés descomunal con un juguete que su bebé había tirado.  La capa al  notar el brío se activó de golpe...succionada y hecha un cohete enfiló  la copa de los árboles a través de la ventana abierta; y ya tenemos alcaldesa volando en pijama por los aires descubriendo in situ el cielo de la ciudad.
 Rulos de colores  caían sobre las plazas y árboles, mientras unos chavales de juerga  tomaban por cubitos de hielo pequeños rulos azules. ¡Ah, qué bien; al fin sola controlando desde lo alto Barcelona!

 Una Colau imponente y poderosa recorría los barrios en polvorosa; a base de dar vueltas y más vueltas de pronto se hizo la  luz: ¡Eso es esta capa...  rapidez y eficacia. Fuera semáforos...vía libre! ¡El coche al carajo. La mitad de usuarios volando!
 El hallazgo fue tan descomunal que  el pelo se le encrespó de golpe como  impulsado por una  corriente eléctrica.  De la emoción se erizó... ¡¿y qué!? ¡al cuerno con los rulos! Ella liberaría su ciudad de  polución ambiental. Sí,  capas como ésta para todos. Capas, capas, muchas  capas y el parque  móvil se reduciría  a la mitad en poco tiempo. 
Y lo más importante,  Barcelona sería  pionera. Barcelona innovadora,  Barcelona única, europea, diferente y transgresora. ..¡Barcelona nuevamente poderosa! El sello de marca regresaba tras la pandemia...y aún mejor ¡Barcelona ganaría  al Real Madrid -vaya, los nervios- la alcaldesa rectificó ese pensamiento: Barcelona ganando a Madrid en esa lucha sin fin. De nuevo el triunfo humillaba al adversario. Salivaba de gusto al pensarlo.

A su paso, algunos vecinos  miraban el cielo  espantados; en lo oscuro de la noche un animal alado, bruja sin escoba o cohete sanjuanero, giraba y giraba sin rumbo, mientras iban lloviendo... pelos?!!! 
Calva como una pelota su cabeza seguía programando, visualizando un futuro soñando.  Ajena a tamaño cataclismo personal, su fuerza mental- ese ahínco vital tan de su estilo- creó de la nada y en un plis-plas una melena de leona absoluta, que sin preliminares sustituyó de golpe al esquivo erizo de antes. Totalmente hechizada de ella misma, transmutada en su imagen deseada, ahuecó eufórica su capa pudiendo así derrapar con una agilidad inaudita  en el alfeizar blanquecino de su ventana. Desde allí, y dando un salto casi del Tigre por lo alto y arriesgado, pudo aterrizar directamente en la cama, mientras su marido medio dormido le hablaba: querida, apaga la luz del baño, luego llega la factura. 
¡Ah, cómo es la lucha diaria! Volvemos a la rutina -pensaba mientras su hada, ella seguro tenía - dobló la capa en la silla.

Barcelona "encapotada" sin saberlo...despertaba.

                   (continuará ) 

viernes, 12 de junio de 2020

Entrega 4- Un vuelo decapado

Error, se borró...horror!
Resumo el hilo argumental 
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Los capeados llegan al Tibidabo guiados por su líder vecinal, Tirante el Blanco. Con la ciudad a sus pies se les adentra en el plan internacional de paliar con el vuelo de capas el uso abusivo del coche. Para ello  dejarán  las capas negras -cual Reyes Magos- sobre las camas de todos los barceloneses mientras éstos duermen, empezando por los capos políticos,  Torra y Colau, naturalmente. 

miércoles, 27 de mayo de 2020

Entrega 3- Un plan suicida.

Toparse de golpe con Gaudí descuajaringó  al grupo suicida y en caída libre desde la torre algunos olvidaron atar bien su capa  dando lugar a empujones, gritos de auxilio, rezos, blasfemias -dado el lugar- y sobre todo apretones efusivos del chico del tercero  con la chica top del sexto...era el momento de pasar al fin  al loco desenfreno; revueltos en sus capas deshechas al viento cual sábanas de lecho lujurioso y obsesivo aceleraron  su deseo sobrepasando con creces la velocidad de descenso.
Gaudí desde arriba rezaba por tanto pecador suelto.

Y oh milagro! En un plis-plas aquí te pillo, aquí te mato, se reencontraron todos en un terrado vecinal al paso...el mar al fondo invitaba a un baño.
 Se miraron aturdidos...¡todo había cambiado tanto! La ciudad sin ruido, el aire limpio, los pájaros, las gaviotas dichosas planeando, el sol más dulce,  edificios silenciosos, ciudadanos en sus casas y no sorteando el tráfico. ..una vida discreta se había abierto paso, la vida de hacía años,  cuando moverse era despacio   y la charla fluía sin tiempo acotado. 
Se miraron comprendiendo...eran locos rematados buscando volar en un mundo cifrado.

Agrupados en cuclillas...la mirada perdida...escuchaban a su líder de entresuelo que con fuerza soltaba:
 -Jovencitos, esto va en serio...-lo miraron aterrados- Tengo un plan- y tiró de sus tirantes tensando el arco hasta los dientes.
Trepidaron y el vértigo de nuevo se adueñó de los estómagos. Literalmente se desinflaron; la capa hecha un gurruño en el suelo del terrado parecía un alma en pena hecha pedazos....porque una vueltecita con ensayo previo sí, poca broma ¡habían volado! pero planificar...tener un plan ....eso era demasiado. 
- Pero ¡si es que  estamos confinados! -bramó la mujer del séptimo sacando pecho turgente cual gallo desesperado bajo su blusita a cuadros.
Todos se arremolinaron saliendo de su letargo.
- Tengo un plan -repitió- y además va para largo -remachó el capo.
Aturdidos y apremiados todos a una espetaron:
 -¡¡¿¿cuál??!! - algunos se desquitaron gritando desesperados; eran pijos, no atontados.
-Vaciar Barcelona de coches- y ante el estupor general, le vino la vena materna al mister "fer negoci, cony...fer negoci!!!" -el tirantazo esta vez fue tal que latigó el espacio.

El futuro estaba claro. El grupo se vino arriba y enfundados en sus capas salió chutando aún más alto.



jueves, 14 de mayo de 2020

Entrega 2- Los suicidas reflotan

Como por efecto rebote el grupo fue impulsado con fuerza hacia arriba, entrando de golpe en el espacio abierto de la ciudad adormecida. Un grito hilarante retumbó contra la linea calma del mar y el mutismo del Tibidabo e hizo temblar chimeneas, deslizarse tejas y espantar palomas,  mientras cada cual resituaba su capa negra en pleno vuelo sin darle  mayor importancia.

En el cielo de Barcelona, nítido y brillante por el confinamiento, asomaban después de muchos días las primeras motas de un polvo desconocido y movedizo, seguramente  contaminante. 
Eran ellos, medio aturdidos, dibujando formas de futuro incierto como hilos sueltos flotando en el firmamento. 
El capitan, tensando  uno de sus tirantes bajo la capa, exclamó a gritos "le habéis arreado un buen golpe a la señora del quinto" "¡Uy!!! por fisgona, siempre mirando por el lavadero a ver qué ropa tendemos! Espetó el matrimonio vecino. Y para dar más énfasis al comentario dieron vuelta de campana  los dos al unísono. "Oleeee!!!!" gritó el grupo enardecido. "Lo ensayamos desde el principio, ¿verdad querido?"
  Tal fue la hazaña que al marido le dio un subidón de autoestima y tirando las gafas  de piscina que llevaba casi sangrantes sobre las cejas, sacó pecho setentón, agitó la capa a lo Pimpinela y se metió, en un arrebato histérico, dentro de  una nube  densa y algodonosa,  enorme...desapareciendo a la vista de todos en un abrir y cerrar de ojos. 
Las nubes densas  engullen cuanto les entra y el grupo esperaba ansioso verlo salir triturado.  Total, que su mujer, valiente y de genio, se tiró de cabeza dentro, sacando de un tirón al marido, que ahora ya berreaba maldiciendo ese momento.
 " Ya te dije  que a estos dos ni capa, ni vuelo, ni nada" musitó el capitán por lo bajines a la Presidenta de la escalera, blanca de nervios cual calavera. "Yo los tengo encima y nunca me molestaron...siempre tan callados y  educaditos" "Sí, fíate de los que nada dicen...¡psicópatas camuflados! Unos posesos" pensó el capitán mirando a lo lejos y sin dilación alguna depositó  al grupo suicida en el  punto más alto de la Sagrada Familia...ciento setenta metros y sin pestañear... unas vistas espléndidas por las que merecía la pena arriesgar la vida.

Y allí,  en la cima, apretado el grupeto a modo de  piña, divisaron una Barcelona triste y a la vez gozosa -la vida misma-  ante un cielo azul perfecto,  que rayaba  dulzuras con la línea de un mar  limpio y bello y un monte  verde y tierno como nunca  habían visto. 
Momentazo de grupo. Foto selfi, un acierto.

Pero, oye...¿quién es éste? algo me suena... con esa cara de pobre triste, esa barba y bigote de un blanco intenso, el cuerpo corvo, enjuto...siempre de oscuro... "No empujen caballeros, si son tan amables, llevo décadas sentado aquí    haciendo equilibrios. Hui del mundo hace  años y espero  mi turno de entrar  en el cielo. Recemos"
Pasmados los suicidas saltaron al abismo.
¡Qué poco dura el gozo con un fantasma en medio!

viernes, 8 de mayo de 2020

Entrega1- Suicidio vecinal

  Ayer subí de nuevo a mi azotea para hacer los dos mil pasos rutinarios ( dos kilómetros en 20 minutos) y cuál no fue mi sorpresa cuando vi a unos vecinos -alguno ya jubilado- que se disponían, alineados de uno en uno sobre el poyete,  a saltar directo al vacío.
 La sangre se me heló y contuve el aliento ahogando un grito que seguro los habría precipitado en tumulto sobre el abismo de alguno de los patios. Me apoyé aterrada en la pared y medio recuperando el tino, me deslicé agazapada para observarlos...al fin y al cabo en un mundo ya descabellado, esto no dejaba de ser hasta algo incluso lógico, una decisión libre frente al confinamiento.

Al fondo Barcelona seguía en su lapsus.

Pude ver cómo el del entresuelo - impoluto todo de blanco con mallas y tirante elásticos- capitaneaba la operación y cómo, sin dilación ni duda alguna, el resto del grupo le seguía alborozado. Ante una muerte cierta... ¿esa actitud  divertida a qué respondía? Mi cerebro iba a cien sin encontrar respuestas.
 Ajenos a mí, encaramados  sobre los ladrillos rojos, los suicidas esperaban  alertas sin mover pieza.
Miré despacio lo irremediable y entre ellos distinguí  a la presidenta de la escalera - separada  con dos hijas al cargo- agarrada a los alambres extensibles de tender la ropa, mientras ensayaba flexiones mirando al vacío; el patio de luces  esperaba un descuido de alguno para engullirlo.

Voló fugaz una gaviota sobre las cabezas y un enorme escuadrón de palomas despegó arrasando.

 Esperaba lo peor, mis piernas  no aguataban ya la tensión y  estirada cual larga soy evitaba mirar ese  horror del que mi conciencia me impedía huir. Resignada a mi mala suerte intentaba no pensar, cuando de pronto vi cómo el grupo vecinal se embutía cada cual en una capa negra, lacia y desgastada, que desplegaron con una agilidad diáfana,  pasando a ser de golpe supermanes a la española. Vi al matrimonio de nuestro rellano cubriéndose los ojos con  unas gafas de piscina, mientras el viudo de abajo se ponía unos guantes de fregar los platos y  el calvo del primero se aderezaba un gorro tirolés algo militarizado.
Parecían atracadores salidos de un TBO de mi infancia... antihéroes ridículos y valientes.

Pero la capa ya ondeaba y el viento daba alas.
 Vistos así, en esa fila estrecha y apretada, eran muñecos de feria dispuestos a que los dispararan. Un sólo corazón, una sola alma...en pena, que eso me daban.
Sola contra la pared en la enorme terraza, estuve apunto de unirme al grupo y así atenuar la sensación de observador sin poder hacer nada. La angustia y la admiración me dominaban.
Todo permanecía  envuelto en una tensa calma cuando mi sorpresa rozó el paroxismo. El capitán agarró al primero del grupo y  entrelazados unos a otros cual cuerda o mordaza  saltaron de golpe al vacío.

En ese instante un mazazo enorme me nubló el cerebro.

(continuará)




sábado, 11 de abril de 2020

Ahora lo pequeño

Lo pequeño. Quizá porque soy la menor de nueve hermanos, esta palabra adquiere para mí un significado entrañable. Desde mi perspectiva terráquea de "la peque" los otros en casa me parecían titanes por inaccesibles y distantes,  a ratos también amables; la hermana más cercana me llevaba cinco años infranqueables. Total, que me he pasado mi infancia a mi aire - mi vecina Mari a mi lado, o con Mari Carmen, de un bloque cercano- y en ese trance, mis diez primeros años,  tiré de imaginación para suplir lo amargo de un encierro muy particular, pues vivíamos en un extremo del barrio de Horta y las salidas diarias eran para ir a un colegio de monjas.

Pero allí había un jardín, en su totalidad ocuparía quizá media hectárea; rodeaba la casa y delante se dibujaba un pequeño montículo para trepar entre pinos y acacias y al fondo se extendía una huerta trasnochada y casi yerma, que puntualmente aún iba regalando frutos: ciruelas,  cerezas, almendras, limones y nísperos...árbol especial para mí, porque a su sombra guardo una foto en brazos de mi madre.
  En fin, para una cría como yo, todo un mundo por explorar y disfrutar allí...en ese encierro. Y eso hice. Ese pulmón vegetal me acogió cada día al regresar de aquel cole horrible. Recuerdo merendar en la cocina mi Colacao con pan y mantequilla -más adelante galletas María-  y salir corriendo a trotarlo sin abrir un libro siquiera. Qué dicha escuchar los pájaros y notar el fresco, los cambios de tiempo. Qué gusto los charcos de otoño y los caracoles lentamente enseñando sus cuernecillos frágiles, las babosas reptando paredes, los últimos grillos con su cantinela. En el invierno la vida se cerraba en casa...mesa de camilla, alguna lectura, juegos de mesa entre hermanos: las cartas, el Palé, las Tres en Raya, las Damas y ver jugar  Ajedrez a los mayores. Qué amoroso el monte cuajadito de florecillas blancas y amarillas en primavera, de campanillas malvas, de diminutas prímulas azul intenso o rosas...y ese  olor de las adelfas junto al estanque donde  las ranas  croaban mientras te empeñabas en contar renacuajos negros y escurridizos  en los confines del agua. Cuánta belleza.
Y en verano las noches tras los días largos de juegos por vacaciones...tres meses: petanca, escondite, alma en pena, poli ladras, a arrancar cebollas, al pañuelo, saltar la cuerda...y al final del día las estrellas, miles, brillantes constelaciones que mi padre explicaba...silencio del Universo.

Estos días de parón global regresa a mi alma todo aquello, lo pequeño, la niña que fui...el mundo de antes mucho más simple y discreto. Y en medio de esta tristeza y pasmo general lo agradezco, porque  me enseñó a vivir ahora con menos y me regaló mi mundo de dichas y sueños...lleno de mis propios símbolos y alejado de todo este drama que inunda las redes, los medios  y algunas de las voces que escucho de amigos.
He elegido nuevamente sentir como siento.




  

lunes, 16 de marzo de 2020

Aplausos

 LLevo viviendo en el pasaje Forasté - unos  treinta números de edificios altos- más  de veinticinco años y nunca lo he visto tan lleno y animado.
 De día, con el sol tibio de Marzo, las terrazas, algunas grandes, y el enorme parterre comunitario  del fondo, se alegran de gente, de vecinos, familias, parejas, que salen a airearse un rato. Una tiende en su sisí, el otro lee en su silla plegable, alguno riega, aquél se estira en la tumbona ensimismado, aquella escucha música y muchos miran impertérritos y concentrados mensajes en su móvil...como si esperaran algo.
De noche ya, las luces de todos los hogares ofrecen su intimidad alegrando la oscuridad con un dibujo aquí y allá, certificando de nuevo que  está el pasaje lleno, que estamos todos en las casas, certificando que ahora   remamos en el mismo barco.  Y aplaudimos con ganas, con vítores, con gritos de ánimo. Aplaudimos a los sanitarios, cajeras del súper, farmacias, y a todos los servicios que hacen que esta ciudad no se paralice, ni decaiga este esfuerzo sobrehumano.  Aplaudimos juntos   lejos de las ideologías que siempre nos separaron.
Y tanto es así que noto que  estamos aplaudiéndonos unos a otro por  "un día más" ...

  un día más cumpliendo con esta responsabilidad de ciudadanos.