Ayer viendo una peli sobre uno de los héroes escoceses, comprendí algo mejor el porqué me quedé prendada de esas tierras de Escocia este verano.
Y es que allí, antes esas laderas verticales de verde espeso y áspero, entre esas dulces colinas altas, maternas y a la vez escabrosas, solitarias. En medio de esos páramos que bordean los lagos, plagados de helechos descomunales al pie de árboles mohosos con su verdor amarronado, llenos de líquenes los troncos hacia un cielo entre nuboso a ratos, despejado al poco, clareando un sol espléndido los menos, denso, diáfano, intenso, hermoso.
Allí sentí lo que inconscientemente iba dejando: mi vida libre en SFG. Esa guerra mía particular llena también de ideales, en mi lucha íntima por educar y enseñar valores en medio de una tierra también hostil, viéndome sola y batalladora a veces. Pero heroína yo, me sentí vigorosa, sincera y segura. Feliz en mi lucha...como el héroe que se mueve por su ideal y entrega su vida a él.
Allí fui libre, porque viví apasionadamente.
Y esto rezuma la Escocia que vi, aquella libertad en medio de la lucha, que ahora ya contémporaliza...igual que en la enseñanza.
Ahora aprendo a vivir doblegada por las circunstancias, llevo heridas de guerra- un ojo tocado en la batalla- estoy en la reserva, sobreviviente... aún romántica en este ir y venir entre el asfalto para lo que haga falta. Me aburro a ratos, otros suspiro y algo voy haciendo...y en lo profundo siento, siento pena de lo que se ha ido.