viernes, 3 de diciembre de 2021

La luz mediterránea.

Os cuento: En más de una  ocasion me han preguntado si no echo en falta el mar y los encantos de la Costa Brava, en donde viví sola más de veinte años entre semana. Siempre respondí que no, que no siento nostalgia estos años en Barcelona.
Nunca supe dar razón de este desapego inexplicable... hasta que hoy, hace un momento,  me levantaba del sofá para ir a la cocina y de repente -sin saber por qué- me he girado hacia el ventanal que ilumina toda la sala...y ahí estaba como si nada...de golpe, espléndida, toda la luz mediterránea. 
Y he sabido al fin que aquí sigue la misma luminosidad de esa cal de edificios, sus tejas amarronadas,  aquellos pinos verdes, rebolondos, infinitos, su viento, su aire...y aquel  cielo azul...sus nubes blancas entrelazadas. Otra intensidad quizá, otro lugar,  pero los mismos elementos que allí me enamoraban.

Precisamente a esta hora, alrededor de las cuatro de la tarde,  todo el paisaje confabula su encanto y lo regala. Y es hoy cuando al fin y sin pensarlo, de un golpe, he comprendido que sigue aquí  aquella suave gracia...
frente a mi casa en Barcelona...la gracia sin fin mediterránea.