En medio de Collserola, en la zona umbría, baja, cercana a la ermita de Vallvidrera, en la que el poeta Verdaguer daba su misa en los últimos meses de vida, se encuentra el pantano, merandero incluído.
Una hilera de plataneros enormes nos llevan a él, pero primero nos acercamos a la mina, por cuyo túnel, oscuro y húmedo, fresquísimo, transcurrió el primer trazado de luz eléctrica de Barcelona, que iluminaba el trayecto de un trenecillo que a principios del siglo pasado transportaba pasajeros desde la base de la montaña.
Familias enteras llegaban con sus cestas para pasar el día de calígula veraniega bajo las sombras de los grandes árboles y muchos de ellos seguro que acababan bañando los pies en el agua.
La zona mantiene su encanto, aunque de forma más vedada y mucho menos masiva; la dueña del lugar es ahora una colonia de ranas, que cuando el sol aprieta se ponen a cantar y no hay más remedio que ponerse a escucharlas...¡son mayoría y atronan!.
Las aguas verdosas, calmas y profundas, son una sorpresa para la mirada y en momentos de agetreo emocional...aquietan el alma.