Sólo leerlas los sentidos se orientan hacia un mundo abierto y positivo, luminoso...aunque más lejano de lo que querríamos. Y justamente eso, las hace aún más deseables y vamos en su busca, midiendo nuestra vida y comparándola con ellas.
¿Y si simplemente te sintieras bien? ¿ Y si ese sentirte bien -o en paz- te llevara a no tener que buscar la felicidad o a disfrutar? ¿Y si nos quedamos tranquilos aquí, donde ahora estamos? ¿Y si más bien profundizamos un poquito más en lugar de salir corriendo en busca de la felicidad, poniéndola menos en ser asiduos de eventos, inaguraciones, cursos, conciertos...cultura y más cultura...amigos y más amigos, comidas, reuniones, salidas...? ¿Y si nos apaciguamos, calmamos o serenamos?
¿Qué encontraríamos?
Más solos seguro, pero ya no temeríamos estarlo. Menos distraídos también, pero ya no existiría esa necesidad de salir fuera para que el otro, las cosas, los hechos, llenaran tu vacío natural...aquello blando en tu corazón para lo que no hay certeza ni respuestas. Porque la ansiada felicidad, en la simplicidad de simplemente ser con lo que hay, se transforma en dicha. Y porque el anhelado disfrutar, viviendo tal cual eres, se transforma en gozo.
Dicha y gozo son dos palabras que forman parte de lo hondo de lo cotidiano, de aquello que tienes ahora al alcance de tu mano.