martes, 5 de marzo de 2024

Envejecer

 En un programa de tv3 se ha hecho una rápida comparativa entre los gestos por generaciones. La idea me ha parecido original y divertida. Pero lo que me  hace escribiros es ver cómo se admira la juventud en detrimento de la madurez y no digamos ya de la vejez. La mayoría de los participantes de edad  buscaban ser jóvenes en su gesticulación; iban para mí en falso porque se estaban avergonzando de su edad negándose  a sí mismos.
 Penoso.
Los jóvenes allí dominaban  sólo por serlo...y por la debilidad emocional de los mayores, que buscaban ser como ellos.
Ridículo. 

Las nuevas palabras, la forma de hablar, los gestos entre los jóvenes se erigen como dominantes sin ser en realidad más valiosos, sino sólo diferentes, nuevos, desconocidos para muchos de más edad.
¿Y qué?  

Que cada cual viva orgulloso y de forma natural su edad, su momento. No hay más.
 ¿Acaso no eres tú, ya maduro, parte de la madurez actual? ¿No serán ambas -juventud y madurez- igual de valiosas? 
¿Por qué querer ser de nuevo lo que ya has sido? ¿ No será mejor vivir esto de ahora aunque toque ir despidiendo cosas, lugares, personas, belleza...y no digamos llegando achaques e incluso enfermedades  crónicas? 

Me gusta mi edad y eso no quiere decir que me guste envejecer, sino que es una gran conquista todo lo que ya viví y que me ha llevado poco a poco hasta aquí. 



miércoles, 29 de noviembre de 2023

Global

Hace dos días que hemos regresado a Mercadal, Menorca. 
Dos días de hacerme a este espacio tan diferente de la gran ciudad. Días estos de pintura en grupo con gente nueva, en Maó y  en el pueblecillo blanco de St.  Climent. Días de no parar.
Dos días ya aquí y parece que poco a poco voy tomando tierra, resituándome en casa entre las cosas que dejamos al irnos en Octubre. Retomo armarios, rehago ropas, veo qué sobra y qué falta ...voy recomponiendo este pequeño hogar, simple, discreto y encantador por lo cómodo y acogedor. 

Y al fin hoy, tras los trasiegos que no dan para mucho vuelo, salí  amaneciendo inesperadamente a tirar unos papeles al container.  Estaba aún oscuro y frete a mí se dibujaba el montecillo arriba con su casa; en el seto vecino, bajo el olivo, un mirlo cogía pistonada a sus anchas con sus trinos, mientras cantaba el gallo al fondo diluido en el paisaje y Venus respladecía brillante junto a la luna que menguaba. El viento soplaba... y en ese instante global sentí que la vida era llena, completa y sostenía mi vida sin notarla. 
Estábamos ahí la vida y yo, nada más cierto y nada tenía mayor valor que ese momento.

Y ahora aquí, sentada en el sofá,  escribiéndoos.

martes, 25 de julio de 2023

Carmina y Marité

Queridas hermanas nuestras, que somos muchos en la familia: Hoy me acordé especialmente de vosotras dos, mientras me probaba un nuevo bañador para la pisci del barrio, donde nado cada día un rato para desentumecer el trocanter (final del fémur con la cadera) y ayudarme así a agilizar el paso,  pues ando con dificultad aunque ya sin dolor al saber ir chino-chano.
 Me probaba, digo, un nuevo "vestit de bany" -según el que me atendía- y os recordé,  porque allí metida en el probador frente al espejo...me vi mayor...mi imagen se resistía. Rodeada de la talla 44 hube de subir a la 46, horror, en tonos  negros y sosos; la verdad, no lo esperaba, ¡sorpresa amarga del día! Y es que los bañadores tiran de otras medidas, claro, sino ¡no  lo comprendía! Pero el espejo no me mentía y hube de adaptar mi visión sentándome a mirar  tranquila, algo apenada y pesarosa, eso sí, aunque a la vez sonreía; ahí estaba yo, aquella niña morena y larguilucha, patalarga, con su pelo ondulado de toda la vida y esas ojeras... y esa sonrisa, porque cómo no sonreír a esa niña, aquélla que fue en sus largos veranos -tres meses entonces de vacaciones- que hoy se miraba al espejo algo pasmada viendo pasar los años con esos cambios, esos adioses al cuerpo que ya fue...y cómo no abrazarla bien fuerte ahí sentada mirándose. 
Con el paso del tiempo lo que una gana es quererse.
Carmina y Marité, os fuisteis a mi edad, año arriba o abajo, qué más da, y cuando os recuerdo celebro, ya sin veros, todo este deshacernos que no visteis ...esta decrepitud del tiempo, los años y el envejecimiento. Porque algo bueno -por llamarlo de alguna forma-  tiene que tener  también el saber irse a tiempo .

miércoles, 5 de julio de 2023

Hablar desde la altura

Hay momentos en los que hablamos desde la altura, desde lo alto, desde lo más ancho y abierto, luminoso,  de nosotros mismos; decimos palabras que nadie espera oír,  que sorprenden, porque  expresan un amor al que no se está acostumbrado; palabras que dicen el verdadero valor del otro. 
Podría encontrar aquí algún por qué, quizá -no estoy segura- alguna razón, algo de lógica para de pronto expresarse así...pero siento que justamente esto sucede cuando abandonamos el control sobre la vida y dejamos salir el torrente de luz que somos...y sale esa luz oculta y temerosa por miedo a ser otro, diferente,  inesperado e incluso en ese instante quedarnos por un momento solos e incomprendidos, tal vez.

 Solemos ser seres previsibles y repetitivos, que vivimos según costumbres, pero cuando hablamos desde lo alto transformamos lo que creemos que somos -o que es la vida real-  en la realidad  misma; aquélla que subyace en lo profundo del ser y que callamos distraídos en lo cotidiano del día a día. 
Hablamos desde la altura cuando compartimos la pureza  hecha palabras, que hablan llenas de belleza, de sentido común,  de humanidad y que por eso son nobles y sinceras; salen sin pensarlo y son directas, veraces, y sobre todo acogedoras.
Nos abrazamos a veces, muy de tarde en tarde, desde lo alto con palabras.

lunes, 19 de junio de 2023

Con lo que hay

Andaba yo hoy quejosa y enfadada de alguna forma sutil y muy callada con mi vida, sin poder ver así la gracia y el donaire de estar por este mundo aún viva y  dando guerra.
Y es que hoy quería yo otra cosa diferente de lo que como siempre había. 
Y no veía. 
 Tristona y pesarosa me quejaba y resistía. 
Todo es poco cuando estás así perdida...distraída.  Quieres más,  quieres aquello que ni sabes qué es y tiras, tiras como un peso de tu vida.
.................
Hasta que algo se abre en ti y la mente comprende que todo cuanto hay -y es mucho- es suficiente,  rico, alegre y valioso. Que no precisas más, que incluso sobra...que todo cuanto va contigo ésa es tu vida... y que es bella tal cual, con todas sus carencias.

Pero ¿cómo se llega a esto, así,  sin más?
No buscando, no queriendo o deseando y quedándote con lo que hay bien quieta, agarradita a tu verdad, a tu sentir; sea el que sea ahí está, ésa es tu vida.

Que pase el tiempo,  los días a su amor e irlo viviendo...sin más,  más bien con menos.

Reconocer la vida que tenemos calma, acalla pensamientos tontos y sobre todo nos da un buen tono para seguir tranquilos existiendo. 

sábado, 10 de junio de 2023

Lo diminuto

La vida transcurre entre lo diminuto y microscópico, tan simple como un segundo. Nada es ajeno a este fluir constante salvo una misma, que vive inmersa en la construcción diaria de  valores que la sociedad actual adora: rapidez y eficacia, moverse de un lado a otro, no parar, estar informado, hablar varios idiomas, relacionarse a más y mejor incluso sin conocerse y sobre todo divertirse y disfrutar, pero mucho, y  pasarlo lo mejor posible.

Así visto, esta vida supone una carrera desenfrenada hacia no sabes donde, cosa que en el fondo no llena y aún menos tranquiliza. El malhumor, la ansiedad, el tono agresivo, la falta de gracia y de humanidad están servidos, llegando a parecer normales porque se dan habitualmente. 

Pero la vida real, no la que nos vende o impone este sistema actual, transcurre en otra dimensión más diminuta, más personal y sobre todo mucho menos acumulativa y alterada. Para conocerla necesitamos dedicarle tiempo a solas o en buena compañía.
Necesitamos transformar palabras como aburrimiento o soledad en otras más creativas como silencio o comunicación con una misma...con lo simple y diminuto de este ir pasito a paso por la vida.

miércoles, 15 de marzo de 2023

Vida

Estaba hace un momento en mi sofá dejando caer la tarde mirando el cielo...yendo suavemente desde el color gris al rosa suave... un violáceo tímido,  cuando sin saberlo sé que lo importante no es conocerse a una misma, que también, sino conocer la vida. 
No soy yo lo esencial por lo tanto -menos mal-  sino la vida misma.

El giro es crucial, lo cambia todo...ya no soy yo, ni tú,  ni ellos, los otros...sino quien nos lleva, quien sostiene y nos anima; lo esencial por lo tanto es ella misma. 
Y no es, además, diferente la vida de la vida de otras épocas,  porque vida es siempre vida y es la misma...un "totum" que sostiene nuestras idas y venidas, las historias,  las penas y alegrías del día a día. 
La vida no se va, sigue y se queda, es continua; somos los vivos los que entramos y salimos de ella. Y es útil conocerla para ocupar tu lugar e ir así contigo de la mano, descubriéndola.

Conocer la vida, intuyo,  es algo así como atenderla...una investigación sutil y muy sencilla...otra cosa, otra materia o la materia misma...diferente de esta preocupación de hacer, de ser, de amar, de amarnos...de abatares varios, alejada la vida del control diario, del pensar constante, innecesario.

Vida es el color índigo que abre la noche conteplándolo perdido en el espacio, lejos del yo, del tú, del ellos o el  nosotros y nosotras...y a la vez dentro, muy dentro de todos los nombres, las lenguas, los mundos, culturas...porque vida es sólo vida, este todo que aquí ahora me respira.