martes, 25 de julio de 2023

Carmina y Marité

Queridas hermanas nuestras, que somos muchos en la familia: Hoy me acordé especialmente de vosotras dos, mientras me probaba un nuevo bañador para la pisci del barrio, donde nado cada día un rato para desentumecer el trocanter (final del fémur con la cadera) y ayudarme así a agilizar el paso,  pues ando con dificultad aunque ya sin dolor al saber ir chino-chano.
 Me probaba, digo, un nuevo "vestit de bany" -según el que me atendía- y os recordé,  porque allí metida en el probador frente al espejo...me vi mayor...mi imagen se resistía. Rodeada de la talla 44 hube de subir a la 46, horror, en tonos  negros y sosos; la verdad, no lo esperaba, ¡sorpresa amarga del día! Y es que los bañadores tiran de otras medidas, claro, sino ¡no  lo comprendía! Pero el espejo no me mentía y hube de adaptar mi visión sentándome a mirar  tranquila, algo apenada y pesarosa, eso sí, aunque a la vez sonreía; ahí estaba yo, aquella niña morena y larguilucha, patalarga, con su pelo ondulado de toda la vida y esas ojeras... y esa sonrisa, porque cómo no sonreír a esa niña, aquélla que fue en sus largos veranos -tres meses entonces de vacaciones- que hoy se miraba al espejo algo pasmada viendo pasar los años con esos cambios, esos adioses al cuerpo que ya fue...y cómo no abrazarla bien fuerte ahí sentada mirándose. 
Con el paso del tiempo lo que una gana es quererse.
Carmina y Marité, os fuisteis a mi edad, año arriba o abajo, qué más da, y cuando os recuerdo celebro, ya sin veros, todo este deshacernos que no visteis ...esta decrepitud del tiempo, los años y el envejecimiento. Porque algo bueno -por llamarlo de alguna forma-  tiene que tener  también el saber irse a tiempo .

miércoles, 5 de julio de 2023

Hablar desde la altura

Hay momentos en los que hablamos desde la altura, desde lo alto, desde lo más ancho y abierto, luminoso,  de nosotros mismos; decimos palabras que nadie espera oír,  que sorprenden, porque  expresan un amor al que no se está acostumbrado; palabras que dicen el verdadero valor del otro. 
Podría encontrar aquí algún por qué, quizá -no estoy segura- alguna razón, algo de lógica para de pronto expresarse así...pero siento que justamente esto sucede cuando abandonamos el control sobre la vida y dejamos salir el torrente de luz que somos...y sale esa luz oculta y temerosa por miedo a ser otro, diferente,  inesperado e incluso en ese instante quedarnos por un momento solos e incomprendidos, tal vez.

 Solemos ser seres previsibles y repetitivos, que vivimos según costumbres, pero cuando hablamos desde lo alto transformamos lo que creemos que somos -o que es la vida real-  en la realidad  misma; aquélla que subyace en lo profundo del ser y que callamos distraídos en lo cotidiano del día a día. 
Hablamos desde la altura cuando compartimos la pureza  hecha palabras, que hablan llenas de belleza, de sentido común,  de humanidad y que por eso son nobles y sinceras; salen sin pensarlo y son directas, veraces, y sobre todo acogedoras.
Nos abrazamos a veces, muy de tarde en tarde, desde lo alto con palabras.