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Érase una vez, en medio de un campo verde, verde de pinos y matas, donde un buen día toparon mariposa, duende y hada.
La mariposa livaba, mientras el duende y el hada atontados la miraban.
Y hete aquí...
...que entre los tres se coció magia potagia y en arte de encantamiento les entró el gozo en el alma, dándole por saltar al duende alegre en las matas, al hada por dar suspiros...mientras que la mariposa se atracaba de más savia...acabando así los tres borrachos de dicha y gracia.
Y cuentan los del lugar, que en alquel monte en el alba se puede verlos bailar...si crees en cuentos de hadas.
Hoy al llegar a S. Feliu de Guíxols he tirado por el camino del monte para llegar a casa. En menos de diez minutos estaba, pero he preferido quedarme sentada en una roca a escuchar la despedida del día entre pájaros y notar a la vez esa dulce caída de la tarde, sola en el monte: la soledad sonora...que el poeta llamaba.
El ramillo de flores que cogí mietras triscaba ilumina ahora mi casa.
Soy muy afortunada.