domingo, 9 de marzo de 2014

Notre Dame y su río

Una ciudad para ser realmente bella y estar bien nutrida ha de tener su agua, sea un río o el mar. El agua es la vida.
Barcelona y París guardan  mucho en común, no el tamaño, claro, pero sí una época de fuerza constructiva que dio lugar a una arquitectura edificada por el gusto especialmente rico  de la burguesía. Y con ello también  una dedicación al arte y la belleza. 
Al regreso del viaje  comprendí la diferencia entre ambas. Mi ciudad es dinámica y moderna, funcional. Mientras que París vive aún de una elegancia que la tiene en parte detenida, ensimismada en ella misma... cosa que le da una frialdad que  el frío del norte de Europa aún más  enfría. El mar Mediterráneo en cambio, le da a Barcelona el punto de dulce humanidad que toda vida necesita.
París seduce, pero Barcelona entrega.

2 comentarios:

  1. Querida Pandorilla:
    Muy bonitas las fotos de París y del Sena.
    Los ríos son las venas de la Tierra, eso dicen.
    La verdad es que son más que eso: son cultura, son vida, son comunicación, son separación y distancia, son límites y fronteras, son paraísos o ciénagas.
    El Sena es famoso por ser el río de los amantes, cuyas aguas acunan y mecen a los que se aman.
    Aunque, como bien dices, con ese tiempo raro de París, creo que se habrán buscado un buen refugio donde estar algo más calentitos.
    No quiero pecar de iconoclasta, pero una buena iglesia a veces parece mejor lugar que las frías barandas de los puentes: y si es Notre Dame, casi el Paraíso.
    Besos y abrazos

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  2. Estoy de acuerdo contigo, Pandora, París es elegante pero frío.
    La brisa suave y cálida del Mediterraneo le confiere a nuestra BCN ese puntito dulce y dinámico.
    Saliste muy bien en las fotos junto al Sena
    Besitos

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