viernes, 3 de octubre de 2014

Hoy tuve un grupo de amigos en casa, amigos de muchos años.

El corazón se siente en paz,  abierto y confiado entre gente con la que hace años convive a ratos, con gente con la que ha compartido vivencias, opiniones diversas, risas y a veces humores variados... con gente que te conoce y sabe de ti, de cosas que  acercan y otras que no tanto.
 
Pero están ahí, siguen, confían sin exigir, aceptando lo que gusta de ti y lo que cuesta a ratos. Amigos al fin y al  cabo. Entonces el corazón se siente relajado y acompañado, dichoso, con algo bueno y jugoso entre manos.
 
El tiempo hace la amistad y también  el perdonar,  porque por encima de todo valoras lo que de cada amigo siempre te ha acercado.
 

1 comentario:

  1. Muy querida Pandorilla:
    Me sorprendo viéndome, grande y gordo, en esa foto tomada en Barcelona hace ya un tiempo. Pero mis dos acompañantes lucís radiantes y bellas cual princesas de cuento de hadas.
    Gracias por tus palabras hacia nuestra amistad, al menos en la parte que me tocan (que nos tocan a Esthercita y a mí).
    Quizás lo más bonito de la amistad es irla forjando: con esa confianza y con esa mano abierta de las que hablas. Es bonito ir viendo crecer la amistad y cada paso que se da, siempre hay algo en el corazón que se alegra, que se yergue, que hace pivotar todo tu mundo.
    El perdón es para amigos y enemigos: no conoce diferencias ni distancias. Sin perdón no hay mano abierta, no hay reconciliación, no hay posibilidad de que algo crezca y dé fruto.
    Abrazos muy fuertes, amiga
    Andrés

    ResponderEliminar