lunes, 13 de julio de 2015

Una sombrilla viaja desde Alemania.

- ¡Ruth, nos vamos!
- ¿dónde este año?
- ¡a una isla del mediterráneo!
- ¡Menorca!- dijo su mujer haciendo un guiño.Ya lo habían hablado.


El pueblo amaneció gris entre la bruma del norte de Alemania, pero la casa botaba de alegría: ¡vacaciones un verano más! A Gretel le faltó tiempo  para avisar a su hermana, ya estaba decidido, tres billetes y para España. El resto del día fueron preparativos. Del altillo bajaron la sombrilla....como está debido. El ritual de las maletas empezaba.

Y llegó el despegue y un aterrizaje limpio. Bajar del avión fue oler el mar acho, infinito, sentir el viento. Olor de higueras mientras el taxi los dejaba junto al acantilado de la cala de Binimel.la.
Al poco, los tres jubilados enfilaban la playa entre risas, pues la "isla del viento"  no les dejaba hincar la sombrilla. Los gorros volaban, volaba la arena...volaban sombrillas. Más risas. Los bañistas unos a otros se socorrían e iban reconstruyendo como podían el rincón del baño de cada cual.

Los tres alemanes, después del susto por el descontrol, se mantienen ahora sentaditos entre una amistosa y alegre charla...las vacaciones no hacen sino empezar.
 La sombrilla a su lado permanece  cerrada y sus hombros a resguardo del sol bajo las toallas.

3 comentarios:

  1. Sí, anda que no disfrutan los jubilados alemanes allí!!!!

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  2. Yo me quiero jubilar!!!!! y si es como los alemanes, mejor!!!!!
    Abrazos

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