Silencio en BCN. En la parte alta de la ciudad ni un alma, sólo a media mañana montones de turistas hacen cola esperando la llegada del Tranvía Azul, que les sube a la base del Tibidabo, la montaña que a 500 metros de altura enseña la ciudad con unas vistas extraordinarias.
Hay días que bajo al centro y me dejo llevar por la riada de turistas. No me molestan nada. Al contrario. Van alegres y entretenidos dejándose sorprender por cada nuevo encuentro. Animan el gris del asfalto con su mezcla colorida, sus atuendos y sonidos...los idiomas tan distintos. Me lo paso bien siendo una más entre ellos, mirando con ojos nuevos.
En mi casa siempre fuimos muchos y me gusta el jaleíllo. Es cierto que mucho de algo desordena, cansa y también ensucia a ratos, pero no veo pie sino para celebrarlos. Mi ciudad está más bella que nunca, engalanada y dispuesta, dicharachera y consumidora, abierta a ser de muchos y variados, consciente de que hay un gasto y para algunos un cansancio, pero también orgullosa de su encanto, de ser uno de los destinos más valorados.
Cuando veo un bus turístico sonrío. Imagino a gente disfrutando de un merecido descanso. Pienso en los rincones que las diferentes rutas ofrecen y deseo de todo corazón que los gocen a su paso. Me da gusto ofrecer esta ciudad anclada al Mediterráneo (fondo musical con la famosa canción de Serrat)
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La verdad es que en agosto se está muy bien en Barcelona, sobretodo por donde vives tú Tranquilidad absoluta
ResponderEliminarUn abrazo grandote