miércoles, 20 de junio de 2018

Entra el verano en L' Empordà.

Escribo con el sol rasgando  mi raspa de columna. Hace calor de verano hoy. Acabo de salir de la piscina, azul intenso, fresca el agua, pequeña y acogedora, íntima.

Casi mediodía.
Silencio de pájaros y alguna paloma. Grazna arriba una gaviota.

Pensábamos coger el coche y salir a dar una vuelta. Ver y ver y ver...cabalgar la llanura ampurdanesa. Pero no, nos quedamos aquí sin saber cómo. 

El baño inesperado y tan cerca...te aquieta. La mente vuelve a casa, no piensa. Mira, observa...una mariposa blanca que se enreda a otra y juegan.
Nota el alma el sol y ve a lo lejos un hueco azul suave entre los pinos, una chimenea y su casa. Oye las campanas de la iglesia dar las doce, las trae un vientecillo suave, una brisa del mar, y siente el alma esta plenitud tan simple que con poco se contenta.

¡Poco digo! Miro a mi alrededor y aquí está todo cuanto ahora necesito.

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