Escribo con el sol rasgando mi raspa de columna. Hace calor de verano hoy. Acabo de salir de la piscina, azul intenso, fresca el agua, pequeña y acogedora, íntima.
Casi mediodía.
Silencio de pájaros y alguna paloma. Grazna arriba una gaviota.
Pensábamos coger el coche y salir a dar una vuelta. Ver y ver y ver...cabalgar la llanura ampurdanesa. Pero no, nos quedamos aquí sin saber cómo.
El baño inesperado y tan cerca...te aquieta. La mente vuelve a casa, no piensa. Mira, observa...una mariposa blanca que se enreda a otra y juegan.
Nota el alma el sol y ve a lo lejos un hueco azul suave entre los pinos, una chimenea y su casa. Oye las campanas de la iglesia dar las doce, las trae un vientecillo suave, una brisa del mar, y siente el alma esta plenitud tan simple que con poco se contenta.
¡Poco digo! Miro a mi alrededor y aquí está todo cuanto ahora necesito.
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