Podría encontrar aquí algún por qué, quizá -no estoy segura- alguna razón, algo de lógica para de pronto expresarse así...pero siento que justamente esto sucede cuando abandonamos el control sobre la vida y dejamos salir el torrente de luz que somos...y sale esa luz oculta y temerosa por miedo a ser otro, diferente, inesperado e incluso en ese instante quedarnos por un momento solos e incomprendidos, tal vez.
Solemos ser seres previsibles y repetitivos, que vivimos según costumbres, pero cuando hablamos desde lo alto transformamos lo que creemos que somos -o que es la vida real- en la realidad misma; aquélla que subyace en lo profundo del ser y que callamos distraídos en lo cotidiano del día a día.
Hablamos desde la altura cuando compartimos la pureza hecha palabras, que hablan llenas de belleza, de sentido común, de humanidad y que por eso son nobles y sinceras; salen sin pensarlo y son directas, veraces, y sobre todo acogedoras.
Nos abrazamos a veces, muy de tarde en tarde, desde lo alto con palabras.
Hermosa reflexión sobre esos momentos en los que conseguimos vernos y ver a los demás. Una invitación a la sinceridad con uno mismo, con los demás. Una invitación a la serenidad y la conexión. Siempre necesario .
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