Vengo de estirarme en las rocas que rodean la playa debajo de casa; allí se veían mejor las estrellas, aunque esta noche no sale aún la luna, que ayer brillaba preciosa iniciando ya su crecida
Así echada recordaba la belleza de la ermita tan cerca allí arriba, mientras las olillas en la orilla mecían con su ritmo suave esta dulce pausa, después de un día de alumnos apretado y denso.
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ResponderEliminarRoca, playa y casa. Estrella, luna y recuerdo. Elementos de una poética que te acompaña siempre y que, en los que te leemos en este blo, evocan un mundo querido y persistente, aunque a veces dormido y quieto. Como esa campana de la ermita que aunque no toque ya a diario... suena y resuena en los corazones de los que alguna vez la escucharon.
ResponderEliminarUn abrazo desde la otoñal Amsterdam, con sus nubarrones galopantes por cielos griseazules que presienten ya el invierno.
Mia Cara Pandorilla:
ResponderEliminarQué bueno eso de las olillas, la noche, la ermita y todo eso...
Y en noviembre!!!!
Con lo del cambio climático se nos van a fundir los plomos.
Dicen que dentro de cinco mil años Barcelona estará bajo las aguas, al igual que Buenos Aires.
Así que aprovecha y disfruta.
Besos y abrazos
Andrés
Entro en tu blog cuando el tiempo ya ha cambiado. Ya ese cielo de estrellas y luna plácida se ha vuelto tormentoso pero ya vendrá la calma de nuevo y podrás observar las olas meciéndose suavemente.
ResponderEliminarBesitos, Pandora