Como cada día madrugo, salgo al balcón para mirar Venus al amanecer y notar ese frío intenso que me espabila.
Hoy es Navidad en el mundo y las luces del árbol de enfrente están bien acompañadas; unos padres lo festejan con sus dos hijos muy chicos, mientras sentados les hablan.
Todo calla.
Y me imagino el corazón de esos peques entregado a recibir ese afecto tan gustoso de la infancia y me imagino a los padres disfrutando de enseñarles esa apertura del alma.
Navidad es una tregua.
Volvemos a ser aquellos ilusionados de antes y ahondamos en los secretos olvidados de la infancia.
Navidad es esta fragilidad que siento, al alba, la casa en calma.
Y os escribo, pequeños niños y niñas...¡tan grandes siempre por fuera y por dentro diminutos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCert. Petits i ben poca cosa.
ResponderEliminar