martes, 25 de diciembre de 2018

Amor

Como cada día madrugo,  salgo al balcón para mirar  Venus al amanecer y notar ese frío intenso que me espabila.

Hoy es Navidad en el mundo y las luces del árbol  de enfrente están bien  acompañadas; unos padres lo festejan con sus dos hijos muy chicos,  mientras  sentados les  hablan.
Todo calla.
Y me imagino el corazón de esos peques entregado a recibir ese afecto tan gustoso de la infancia y me imagino a los padres disfrutando de enseñarles esa apertura del alma.

Navidad es una tregua.
Volvemos a ser aquellos ilusionados de antes y ahondamos en los secretos olvidados de la infancia.
Navidad es esta fragilidad que siento, al alba, la casa en calma.
Y os escribo, pequeños niños y niñas...¡tan grandes siempre por fuera y  por dentro diminutos!

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