Botas de monte, tejano grueso, anorak fino y paraguas; mi equipo.
Sola con ellos en el silencio resguardada, pisaba tierra firme amarronada de barro y salpicada de piedras chicas, mientras veía la hierba verde y dichosa a ambos lados del camino y alguna que otra casa a lo lejos...difuminada por la niebla baja en un día gris e íntimo.
Llegar después a casa, notar su cálida acogida, saber de mi refugio...añadir una ducha caliente, mi infusión y el escribiros... bendicen sin necesidad de más este domingo.
En él os dejo, no dudeis de que en mi corazón estais conmigo.

Placer de disfrutar en silencio por el campo bajo la lluvia, y luego volver al hogar, dulce hogar. Bonita reflexión
ResponderEliminarCreo sinceramente que este es el texto más bonito que te he leído —y eso que te he leído muchos. Hay en él una serenidad que se respira de línea en línea, como si el propio lenguaje hubiera decidido caminar contigo bajo esa llovizna mansa.
ResponderEliminarTu tono de intimidad limpia, sin artificios, nos invita a bajar la voz y escuchar. Logras que lo cotidiano se vuelva casi sagrado: el barro, la hierba, la ducha, la infusión… todo adquiere una quietud luminosa. Y “altozano”, “amarronada”, “difuminada” tienen una musicalidad preciosa sonando junto a las otras palabras con una eufonía suave, envolvente, como el ritmo lento de la lluvia.
Gracias por pensarnos. Has conseguido que sintamos que caminamos contigo y que al final también nos refugiamos en esa casa cálida menorquina .
Hermosa reflexión, muy poética....
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