Bajo la encina callada
mi vida se recreaba,
y a la sombra de unos pinos
mis penas se consolaban.
Era Dios que allí se estaba,
silencios...
el bosque habla,
se escucha
el lento latir del alma.
Isabel M.F. 2008
mi vida se recreaba,
y a la sombra de unos pinos
mis penas se consolaban.
Era Dios que allí se estaba,
silencios...
el bosque habla,
se escucha
el lento latir del alma.
Isabel M.F. 2008
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