jueves, 20 de agosto de 2009

La Bretagne, marea baja


Cada seis horas el mar se retira dejando un espacio inmenso para adentrarse en él, escenificar la "pesca a pie"o simplemente extasiarse.

En la Bretagne el mar es muy activo, diferente del quieto Mediterráneo que invita a tumbarse y tomar el sol; allí el mar te toma y te deja en su fluir contínuo, te sorprende constantemente con el regalo del viento y el rumor fuerte de su oleaje.

El ser humano le cede el lugar y ocupa discretamente el suyo, se humaniza el trato, no hay grandes barcos de recreo ni las playas se llenan de barquitos fondeados, ni motos de agua ni artilugios para el pedaleo, pocas sombrillas y mucho movimiento, allí cada cual con su tabla se entrega al mar en un abrazo largo y prolongado, extenso como cresta de ola.

El mar en La Bretagne es poderoso, los mismos barcos en las mareas bajas son juguetes descubiertos, que parecen rotos, olvidados e inútiles.

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